jueves, 22 de noviembre de 2012

Carta de un Amigo a Francisco Dominguez Brito

Me tomo la libertad de publicar esta carta en mi blog y compartirla con ustedes ya que me ha llegado a mi (y a varias personas a mi alrededor) aparentemente con el interes de que sea compartida con todos.

Yo al igual que este amigo, sigo creyendo en que Dominguez Brito puede hacer un buen trabajo pero necesita apegarse a sus ideales y separarse de los intereses politicos.

Copia integra:


A Francisco Domínguez Brito: Sobre el sancocho de vaca sagrada
Posted on 16 noviembre, 2012 by PGB
Querido Francisco:
Te escribo con una mezcla de tristeza, indignación y desencanto.
Me consta que eres un hombre honesto. Como le consta a todos los que te conocimos en Los Jardines, en los Grupos en Servicio, en La Salle, en la parroquia. Para mí, tu bonhomía no es un concepto abstracto. He tenido el privilegio de disfrutarla personalmente.
Por eso, verte convertido en el blanco de la ira popular, me produce una gran pena.
Pero al mismo tiempo siento mucha rabia. Porque este embrollo te lo has buscado. Y lo peor de todo, innecesariamente.
Recuerdo cuando entraste al PLD, hace casi treinta años. Eran los tiempos en que hiciste los círculos de estudio en el Comité Máximo Cabral. Eran los tiempos en que te compraba gustoso la Vanguardia del Pueblo y las boletas de rifas que me vendías. Porque, como muchos, pensaba que el PLD constituía la élite de la clase política dominicana. Hasta mi padre, que siempre fue perredeísta, lo pensaba: “Es el partido más disciplinado”.
Pero, como decía el Hermano Pedro que decían los romanos, la corrupción de lo mejor da lo peor.
No tengo que decirte que ese partido ya no existe. Que los círculos de estudio se esfumaron. Que a la disciplina sucedió el desorden y a la moderación, la rapiña. Que el vicio sustituyó la virtud. Que el guía del PLD ya no es Bosch, sino Vincho, según dijo Leonel Fernández hace algún tiempo. El mismo Vincho que se permite las peores bajezas cada vez que tratas de hacer su trabajo, ante el silencio cómplice de Leonel Fernández. El mismo Leonel Fernández que te lo volvió a chubar cuando quisiste investigar a su “hijo” Félix Bautista. El mismo Leonel por el que metiste la mano en el fuego y por el que te has quemado, en la acepción que le da el pueblo a esta palabra.
Pero, ¿Qué necesidad tenías de hacerlo?¿No pudiste ordenar una investigación seria de la denuncia que te fue presentada? Si sentías que la admiración por tu líder o la pertenencia a tu partido te inhabilitaba para tramitarla, ¿Por qué no te inhibiste o, mejor, por qué no renunciaste, alegando un conflicto de intereses?¿Qué te llevó a considerar necesaria esa adhesión pública al caudillo, propia de regímenes que creía enterrados? Te confieso que no sé que pensar. O quizás sí.
Alguna vez alguien me dijo: “Francisco de pendejo sólo tiene la cara”. Y no lo dijo – me parece – por mal. Quería decir que a pesar de la corrección de tus maneras, no eres ingenuo. Que tienes los pies sobre la tierra.
Me parece que tus recientes decisiones se explican por tu pragmatismo. Sé que tu vocación de servicio a la sociedad es auténtica y que es más fácil ejercerla desde el gobierno. Imagino que habrás pensado que desestimar la denuncia contra Leonel era el justo precio que nuestra democracia debía pagar para que se siguieran sometiendo a otros corruptos como Amable Aristy Castro, por ejemplo (Al final no sé si la reapertura del expediente contra Félix Bautista es de actualidad).
Si es así, te equivocas. Es un precio demasiado alto. Nuestra democracia está exangüe. Estamos cansados de impunidad. Estamos cansados de  que hayan corruptos sometibles y corruptos intocables. Con las vacas sagradas, queremos que se haga un sancocho del cual comer hasta el hartazgo. Anhelamos que alguna vez, algún político comience a anteponer a los intereses de su partido los de la nación. Y una gran parte de la sociedad veía en ti al único (o a uno de los pocos) político con la integridad suficiente para un precedente tan necesario.
Por eso tantos nos sentimos desengañados. Por eso hay tanta virulencia en los ataques que recibes. Ataques a los que me he unido, te lo confieso. Es mi derecho como ciudadano. Pero también mi deber como amigo. Porque estoy seguro que la mayoría de los que te recriminan tu decisión, te apoyaron antes sin reservas. Porque estoy seguro de que entre los jóvenes que protestan, hay muchos que antes veían con buenos ojos tus aspiraciones.
Alguna vez te dije que la mayoría de tus simpatizantes están fuera y no dentro del PLD. Y no recuerdo si te dije o sólo lo pensé, que lo peor que tienes es tu partido, que puedes prescindir de él, ya que nada te aporta, más bien te resta. (Hace años que sueño con un mandatario que gobierne sin necesidad de un la intermediación de un partido).
No sé si leíste aquel ensayo intitulado “Nota sobre la supresión general de los partidos políticos”, de Simone Weil, que te envié una vez por email. Te lo mandé porque leyendo este párrafo – que he adaptado – pensé de inmediato en ti:
Un político que no sigue su conciencia se miente a sí mismo.
 Si un político está decidido a seguir exclusivamente su consciencia, no puede darlo a conocer a su partido. Entonces miente a su partido.
 Si en nombre de su partido, un político dice cosas contrarias a la verdad y a la justicia y no lo advierte previamente, miente al pueblo.
  De esas tres formas de mentira —al partido, al pueblo, a sí mismo— la primera es con mucho la menos mala. Pero si la pertenencia a un partido obliga siempre y en todos los casos a la mentira, la existencia de los partidos es absolutamente, incondicionalmente, un mal, y deben ser eliminados.”
No soy tan ingenuo como para pensar que será posible disolver nuestros partidos. Sólo puedo citarte el ejemplo de un político que siguió exclusivamente los dictados de su conciencia: Juan Bosch. El Profesor fundó el PRD treinta y pico de años antes. Y cuando llegó el momento de mentirse, prefirió abandonarlo. No botó a nadie. Se fue. Nadó contra corriente. Empezó de nuevo desde cero.  A corto plazo, la decisión de Bosch debió parecer un error, una candidez (Recuerdo que en el 1986 el PLD sacó apenas 17 mil votos). Pero fíjate que al final su firmeza fue recompensada: Bosch, como Moisés, los condujo a ustedes a las puertas del Palacio Nacional. Sólo a su inmensa integridad le debe Leonel Fernández su ascenso al poder. Y como nada le costó, Leonel lo hizo todo fiesta.
Me disculpas si te doy un consejo que no me has pedido, pero creo que es mi deber, si no de amigo, al menos de ciudadano:
Renuncia del PLD.
No dudes en hacerlo. Bosch no dudó entonces. Estoy seguro de que no dudaría ahora.
No haces nada ahí, salvo refrendar las bellaquerías de un montón de malhechores.
Quedándote no le rindes ningún servicio a la nación. De nada sirve que aguantes estoicamente, por ejemplo, que Vincho te juzgue por su condición. El PLD no va a cambiar. Cada vez que quieras ascender a una posición en la que tengas libertad para actuar, alguno de tus “compañeros” (pero ¿No comen los peledeístas siempre solos?) con menos escrúpulos y menos virtudes – pero con más plata, eso sí – te vencerá. Como ya te venció en la carrera por las candidaturas vicepresidencial y presidencial.
Quedándote no te rindes ningún servicio. Tu imagen, tu reputación, saldrá aún más estropeada. Una manzana buena no sana las podridas. Todo lo contrario. Vete ¿Es acaso tu vocación terminar de acólito de cínicos que te son inferiores en moral y virtud? ¿Pretendes pasar toda tu vida siendo – nunca mejor dicho – cola de león?
Vete. Cierra ese capítulo.  Olvídate de “servir al partido para servir al pueblo”. Eso es pura propaganda, pura plepla. Nadie puede servir a dos amos.
Vete. No temas. Eres más joven que Bosch lo era en el 73  Funda tu propio movimiento, donde puedas ser plenamente fiel a tu conciencia, donde no haya el obstáculo de fidelidades malsanas, donde puedas demostrar tu compromiso con la justicia. Muchos te apoyaremos. Trabajaremos juntos en la construcción de una sociedad mejor. No temas que te acusen de tránsfuga. Recuerda lo que dijo Churchill, cuando abandonó su partido: “Hay hombres que cambian de partido en nombre de sus ideales; otros cambian de ideales en nombre de su partido”. Sigue confiado el ejemplo del viejo inglés: La avenida Leonel Fernández no existe – ni existirá nunca – en el centro de Londres.
Vete, Francisco. O si lo prefieres, quédate. Pero, entonces, no cuentes con mi apoyo. Pero sobretodo, no cuentes con el apoyo de los ciudadanos cuya conciencia cívica hoy se despereza.
Un abrazo,
Pablo Gómez-Borbón

viernes, 31 de agosto de 2012

Herencia Revolucionaria

Tengo una fatal memoria y lamento no poder recordar muchas cosas de mi infancia, sin embargo, siempre están esos recuerdos que quedan grabados en el mural de nuestra vida por siempre. Esas “cosas” a las que recurrimos mientras vamos formando nuestro carácter y que nos sirven de soporte para nuestro accionar.

 Recuerdo vividamente como siendo muy pequeña, mi padre (un alma revolucionaria) me decía: “Exige tus derechos, incluso si se trata de mi. Jamás permitas que tus derechos sean pisoteados”

También recuerdo como años después siendo adolescente me decía en son de chanza: “Coño en que gancho cai yo enseñándole a esta muchachita que exija lo que le corresponde como derecho”…. Luego de mi madre aprendí esos principios de igualdad, de justicia…

A veces hablamos de la sociedad como si no fuéramos parte de ella. Como si toda la responsabilidad fuera de solo un grupo de personas.

No es revolucionario el que lleva una camisa del Che Guevara o escucha música de Silvio o Mercedes Sosa (incluso pudieras escuchar a Arjona o a Shakira y ser un revolucionario). Ser revolucionario no es una moda o utilizar cierto tipo de ropa.

Se trata de romper los moldes, de cambiar todo, de poner en marcha algo Nuevo.

Se trata de levanter tu VOZ para que algo, que quizas parece una utopía social, algun dia se logre…. Igualdad.

Para que tal como diria Gabriel Garcia Marquez “ ningún ser humano tenga derecho a mirar desde arriba a otro, a no ser que sea para ayudarlo a levantarse” para que aprendamos a exijir lo que es nuestro derecho.

miércoles, 8 de febrero de 2012

¿Para que estoy viva?

Es así… muchas veces nos preguntamos para que vivimos, cual es el sentido de estar aquí, cual es nuestro propósito.

Buscamos en el dinero la fortuna de nuestro sentir y al encontrarlo sentimos la sensación de haber buscado en el camino equivocado.

Buscamos en la aprobación de los demás el rumbo de lo correcto y terminamos sintiendo que vivimos la vida de alguien distinto a nosotros y con el paso del tiempo vamos ahogándonos en la idea de que nos queda poco tiempo para encontrar la respuesta a nuestras preguntas. Nunca tenemos la certeza de que tiempo realmente nos queda para encontrar el camino correcto.
Pero lo más interesante, es que el sentido de nuestra vida lo encontramos regularmente, por primera vez, cuando sufrimos un gran estremecimiento emocional.
Pensando en eso empecé a hacer el ejercicio que una vez recomendara Robin Sharma en una charla a la que asistí.

Si hoy fuera el ultimo dia de mi vida, ¿estaría haciendo lo que hago?
Si hoy imaginara mi funeral y me visualizara como uno de los que lamentan mi partida. ¿Por qué desearía que me recordaran las personas que están? ¿Qué me hubiera gustado haber logrado? ¿Haber experimentado?

Realizo este ejercicio varias veces por año y nunca pensé en nada distinto al amor (aunque se lea cursi)… en los detalles aparentemente “tontos” de la vida: en mis hijos, en mis sobrinos que inundan mi vida de felicidad cuando los veo, en los hermosos momentos que pasé con mi pareja, en las veces que serví a alguien o ayudé a quien lo necesitaba. Nada de lo que pienso es monetario. No pienso en carros, casas, propiedades o ropas.
Reflexiona, deja tu lucha interior y pregúntate: Si hoy fuera el ultimo dia de mi vida… ¿Qué estuviera haciendo? ¿Con quien lo estuviera compartiendo?