Es así… muchas veces nos preguntamos para que vivimos, cual es el sentido de estar aquí, cual es nuestro propósito.
Buscamos en el dinero la fortuna de nuestro sentir y al encontrarlo sentimos la sensación de haber buscado en el camino equivocado.
Buscamos en la aprobación de los demás el rumbo de lo correcto y terminamos sintiendo que vivimos la vida de alguien distinto a nosotros y con el paso del tiempo vamos ahogándonos en la idea de que nos queda poco tiempo para encontrar la respuesta a nuestras preguntas. Nunca tenemos la certeza de que tiempo realmente nos queda para encontrar el camino correcto.
Pero lo más interesante, es que el sentido de nuestra vida lo encontramos regularmente, por primera vez, cuando sufrimos un gran estremecimiento emocional.
Pensando en eso empecé a hacer el ejercicio que una vez recomendara Robin Sharma en una charla a la que asistí.
Si hoy fuera el ultimo dia de mi vida, ¿estaría haciendo lo que hago?
Si hoy imaginara mi funeral y me visualizara como uno de los que lamentan mi partida. ¿Por qué desearía que me recordaran las personas que están? ¿Qué me hubiera gustado haber logrado? ¿Haber experimentado?
Realizo este ejercicio varias veces por año y nunca pensé en nada distinto al amor (aunque se lea cursi)… en los detalles aparentemente “tontos” de la vida: en mis hijos, en mis sobrinos que inundan mi vida de felicidad cuando los veo, en los hermosos momentos que pasé con mi pareja, en las veces que serví a alguien o ayudé a quien lo necesitaba. Nada de lo que pienso es monetario. No pienso en carros, casas, propiedades o ropas.
Reflexiona, deja tu lucha interior y pregúntate: Si hoy fuera el ultimo dia de mi vida… ¿Qué estuviera haciendo? ¿Con quien lo estuviera compartiendo?
miércoles, 8 de febrero de 2012
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